Diferencias: líder, estadista y dirigente El estadista hace un liderazgo para cambiarle el destino a una nación Escrito por: JOSÉ MIGUEL GÓMEZ La sociedad dominicana ha tenido demasiados dirigentes, pocos líderes y algunos estadistas. Diría que de esto poco se habla, ni se conceptualiza, ni se reflexiona en establecer diferencias, para no despertar conciencia y, mucho menos, ayudar a discriminar el perfil de unos y de otros. El dirigente es producto de las determinantes socio-culturales, que aprende de la psicología de las masas, las habilidades y destrezas, el olfato y el tacto social, en aprender a sintonizar con los grupos. De allí aprende a repartir, dividir, restar, y agruparse en función del logro de sus propósitos, jamás de su valores, pues, es un ser relativista, pragmático, empático, mediático y egocentrista, que sabe jugar al teatro, a la dramatización y a decir lo que los demás desean escuchar. Sin embargo, el dirigente no asume ideal, ni utopía, ni paradigma. Más bien, busca poder, estatus, logros tangibles que pueda enrostrar a los demás. El estadista es un perseguidor y armador de triunfar haciendo lo necesario, lo justo, y lo correcto, para establecer la diferencia. Sencillamente, se preocupa por el orden, lo correcto, lo moral, el trascender y alcanzar los propósitos de los demás, en aras de sacrificar sus propósitos. Un estadista es una persona de luz larga y pasos firmes en lo que cree; de ahí es que no es circunstancial, ni destinista, ni temeroso de la historia, ni perseguidor de la buena o mala suerte. Son personas con carácter y temperamentos asumidos, con identidad y voluntad asumida para cambiar el rumbo a la historia, al sistema de creencia que estimula hacer lo mismo, para ser iguales. Sin embargo, el líder puede ser estadista y dirigente. Pero el dirigente no es líder, ni estadista, y el estadista puede ser líder sin quedarse en el plano de dirigente. Un líder tiene carácter, carisma, compromiso, comunicación, capacidad, valentía, discernimiento, concentración, generosidad, iniciativa, sabe escuchar, pasión y actitud positiva. Repito, el dirigente busca lo mediático, es de luz corta y sus hábitos no cambian. El dirigente influye porque reparte. El líder influye por la visión, la pasión y su vocación de servir y ayudar a los demás en lograr sus propósitos y desarrollarse espiritualmente. El estadista, hace un liderazgo para cambiarle el destino a una nación; nunca para ser su amo, ni servirse de ella, ni de sus ciudadanos ni de sus instituciones. Nelson Mandela es un líder, es un estadista y un dirigente autoritativo y humano que trasciende por su riqueza espiritual, no material. El tema es complejo, pero lo seguiré tratando, hasta llegar a hacerlo simple y humano. He sostenido que la patología dominicana reproduce el dirigente, enferma al líder y moldea al estadista.
El estadista hace un liderazgo para cambiarle el destino a una nación
La sociedad dominicana ha tenido demasiados dirigentes, pocos líderes y algunos estadistas. Diría que de esto poco se habla, ni se conceptualiza, ni se reflexiona en establecer diferencias, para no despertar conciencia y, mucho menos, ayudar a discriminar el perfil de unos y de otros.
El dirigente es producto de las determinantes socio-culturales, que aprende de la psicología de las masas, las habilidades y destrezas, el olfato y el tacto social, en aprender a sintonizar con los grupos. De allí aprende a repartir, dividir, restar, y agruparse en función del logro de sus propósitos, jamás de su valores, pues, es un ser relativista, pragmático, empático, mediático y egocentrista, que sabe jugar al teatro, a la dramatización y a decir lo que los demás desean escuchar. Sin embargo, el dirigente no asume ideal, ni utopía, ni paradigma. Más bien, busca poder, estatus, logros tangibles que pueda enrostrar a los demás.
El estadista es un perseguidor y armador de triunfar haciendo lo necesario, lo justo, y lo correcto, para establecer la diferencia. Sencillamente, se preocupa por el orden, lo correcto, lo moral, el trascender y alcanzar los propósitos de los demás, en aras de sacrificar sus propósitos. Un estadista es una persona de luz larga y pasos firmes en lo que cree; de ahí es que no es circunstancial, ni destinista, ni temeroso de la historia, ni perseguidor de la buena o mala suerte. Son personas con carácter y temperamentos asumidos, con identidad y voluntad asumida para cambiar el rumbo a la historia, al sistema de creencia que estimula hacer lo mismo, para ser iguales.
Sin embargo, el líder puede ser estadista y dirigente. Pero el dirigente no es líder, ni estadista, y el estadista puede ser líder sin quedarse en el plano de dirigente. Un líder tiene carácter, carisma, compromiso, comunicación, capacidad, valentía, discernimiento, concentración, generosidad, iniciativa, sabe escuchar, pasión y actitud positiva.
Repito, el dirigente busca lo mediático, es de luz corta y sus hábitos no cambian. El dirigente influye porque reparte. El líder influye por la visión, la pasión y su vocación de servir y ayudar a los demás en lograr sus propósitos y desarrollarse espiritualmente. El estadista, hace un liderazgo para cambiarle el destino a una nación; nunca para ser su amo, ni servirse de ella, ni de sus ciudadanos ni de sus instituciones. Nelson Mandela es un líder, es un estadista y un dirigente autoritativo y humano que trasciende por su riqueza espiritual, no material. El tema es complejo, pero lo seguiré tratando, hasta llegar a hacerlo simple y humano. He sostenido que la patología dominicana reproduce el dirigente, enferma al líder y moldea al estadista.
Interesante documento. Valioso por sus ideas que son el espejo donde nos vemos reflejados aquellos que aspiramos a conducir u orientar masas de diferentes cantidades.
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