Lo que dejó Marranzini
Oscar Medina
El gobierno no debe utilizar el argumento del “desastre que recibió” como respuesta a las críticas de la población, pero el sector eléctrico tiene que ser la excepción porque parece necesario explicar al país el tollo que dejó Celso Marranzini en la Corporación de Empresas Eléctricas Estatales.
Por su incidencia en la economía y en la calidad de vida de los dominicanos, el servicio eléctrico contiene un elevado componente en la estrategia social y política del gobierno. Por tanto, el deterioro de ese servicio se puede convertir fácilmente en detonante de inconformidades sociales que fertilicen movimientos barriales y hasta protestas violentas. Ejemplos tenemos de sobra.
Celso Marranzini dejó una bomba de tiempo en la CDEEE. Peor aún, la activó antes de irse con precisión de relojería: Llamó a la gente a protestar si el servicio eléctrico se deterioraba a su salida, sabiendo muy bien que horas después de irse el servicio eléctrico sufriría una merma, porque dejaba una deuda de mil millones de dólares con los generadores y más de 600 millones de pesos con los suplidores.
Como sabía que de momento esa deuda era impagable por las condiciones de precariedad financiera en que asumió el nuevo gobierno y las proyecciones onerosas del subsidio eléctrico para completar el año, Marranzini puso su bomba a estallar en las semanas subsiguientes al 16 de agosto. Y en efecto, así ha ocurrido.
Es sencillo de entender: Como al Estado le cuesta dinero cada kilovatio que entra al sistema, es fácil predecir que se hacía necesario racionar el servicio como forma de contener los niveles de pérdidas, y consecuentemente reducir el subsidio por las limitaciones quien impiden al gobierno hacer nuevas transferencias al sector eléctrico.
Nadie mejor que Marranzini sabía eso, y de ahí la situacion que encierra su llamado para que la gente proteste en la calle ante el deterioro del servicio, porque su bomba fragmentaria incluye una campaña que arrancó con sus enclaves, amigos y favorecidos en algunos medios de comunicación que ya empezaron a azuzar a la población con el tema de los apagones.
Y como al usuario común lo que le importa es la cantidad de energía que recibe, con los primeros apagones financieros se están escuchando voces desbarrando contra la recién instalada gestión y hasta exaltando al anterior administrador “por la mucha luz que daba...”
A Rubén Bichara ni siquiera le han permitido sentarse bien en la ardiente silla que heredó en la vicepresidencia ejecutiva del emporio eléctrico estatal.
Por eso es de rigor que a la gente se le diga que en los tres años que el señor Marranzini dirigió la CDEEE, con más poder que nadie en su historia, no se alcanzaron avances que impliquen ahorros en los precios a que se compra la energía; que no mejoraron ni las cobranzas ni la eficiencia, que la matriz de generación no sufrió cambios significativos y que se multiplicaron sus niveles de pérdidas, en la misma medida en que quiso cubrir su incompetencia ofreciendo más luz a un costo oneroso para el Estado.
La gestión de Marranzini fue tan desastrosa que a pesar de beneficiarse de un aumento tarifario superior al 30 por ciento, el subsidio se disparó a niveles históricos, pese a que el petróleo se mantuvo con precios promedio a niveles parecidos a los del año precedente a su llegada a la CDEEE.
Para que la gente tenga una idea clara, bastaría señalar que para este año 2012 las proyecciones indican que será necesario transferir más dólares a esta “hoguera eléctrica” que los que se transfirieron en el 2008, cuando el petróleo alcanzó un histórico llegando a cotizarse a 140 dólares el barril.
Por eso es que hay que explicarle al país lo que Marranzini dejó en la CDE. Las razones de las astronómicas deudas, y cuál fue el aporte de los técnicos extranjeros que trajo para vendérselos al país como la panacea de la industria eléctrica.
Porque a ese señor no sólo se le subieron los humos a la cabeza, llegando hasta a autoproclamarse como el redentor de los pobres porque supuestamente “los puso a beber agua fría”, sino que ha llegado al extremo de mandar a la gente a la calle a reclamar el servicio de energía eléctrica sabiendo muy bien que la deuda de más de 40 mil millones de pesos que él dejó en la CDEEE no podrá pagarse por ahora porque el gobierno no tiene esos recursos.
Y si además ha sido capaz de montar una campaña mediática con sus amigos y favorecidos, entonces estamos ante una canallada y una situacion inaudita e inaceptable.
Por eso Rubén Bichara tiene que asumir su responsabilidad y explicar con lujo de detalles hasta dónde llega el hoyo negro que dejó el señor Marranzini en la CDEEE.
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