domingo, 12 de agosto de 2012

Cultura y política en Santo Domingo


ARTE CONTEMPORÁNEO
La producción y promoción del arte y la cultura ofrece condiciones y potencialidades para el desarrollo económico de las ciudades, municipios y regiones. Ante la inminencia del “cambio de mando”, el país cultural dominicano se entusiasma y espera que se haga “lo que nunca se ha hecho”


Escrito por: AMABLE LÓPEZ MELÉNDEZ
Muchas de las joyas estéticas y arquitectónicas de la humanidad existen gracias a la estrecha relación entre cultura y poder político. Incluso, en el trayecto hacia la modernidad distintos regímenes intentaron asociar su imagen exterior a las manifestaciones artísticas de vanguardia. En ocasiones, la elección de unos ha defraudado a otros, desatando un diálogo crítico donde la cultura  se establece como instrumento básico de realización individual y del ejercicio de la condición de ciudadanos. El acceso a la cultura es sinónimo de libertad individual y debe ser promovido y garantizado por el Estado. La cultura nos permite proyectarnos como nación hacia el futuro.
Desde la antigüedad, el arte, la política, el dinero y el poder, mantienen una dialéctica de pelota y pared, imán y limadura, papel y llamarada… Se necesitan hasta la adoración y el desprecio. En la  República Dominicana, nada más que a partir de las espantosas tiranías de Ulises Heureaux -Lilis(1882-1899)-y Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961) se confirmaría un triste informe sobre idolatrías y maldiciones a artistas desde el poder.
No hay que aclarar casos ni simulacros, pues el objetivo de esta entrega no es profundizar respecto a la relación entre el arte, los artistas y el poder en nuestra historia reciente, sino tan solo registrar la síntesis de un vuelo rasante sobre algunos aspectos “claves” en la “toma de partido” que consumaron distintos sectores y personalidades del país cultural en favor de los candidatos que se disputaban el voto del pueblo soberano en el recién pasado proceso electoral que ha resultado en la proclamación del Lic. Danilo Medina Sánchez -candidato del Partido de la Liberación Dominicana-como el 57mo. presidente dominicano desde la creación de la República en 1844.
En efecto, importantes núcleos de intelectuales, escritores, teatristas, músicos, cantantes, artistas visuales, productores y gestores culturales, apoyaron la campaña electoral del candidato de su preferencia, y precisamente, en el caso de Medina Sánchez, este y su equipo de campaña dieron riendas sueltas al florecimiento de varios “movimientos” que contribuyeron al aumento de  la “buena voluntad” de los electores: “Acción Cultural con Danilo”  y “El Arte con Danilo”, prácticamente coparon todo el escenario, seguidos por la “Alianza Cultural con Danilo” y “La Cultura  está con Danilo”, pero, sin dudas, los más “ardientes” fueron quienes abrazaron la parte de la  consigna ganadora que enfatiza en “Hacer lo que nunca se ha hecho”…
Desde mi particular punto de vista, la  frase “suma+arte”… introdujo interesantes novedades en las “redes sociales” en favor de la campaña presidencial del candidato del PLD. La consistencia en el uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, así como el aprovechamiento de las fuentes virtuales del “hipermundo” para vender la consigna “A ganar en primera vuelta con Danilo”, demostraron que su campaña estaba lúcidamente enfocada hacia un segmento de la población que se volcó entusiasmado, evidente en la cantidad de comentarios y “me gusta” que podían compararse con los de la página oficial del candidato.
Dos destacadas diseñadoras y artistas visuales emergentes: Aurora Díaz y Elsa Cáceres, diseñaron imágenes y una asombrosa diversidad de atuendos con el rostro sonriente de Danilo que calaron profundo en sectores más jóvenes. Asimismo, artistas consagrados como Elsa Núñez, Ángel Haché, Dionisio Blanco, Rosa Tavárez, Hilario Olivo, Antonio Guadalupe, Elvis Avilés, Jesús Desangles, Vladimir Velázquez, José Perdomo y Jorge Severino, entre otros, cerraron fila “full time”, realizando diversas obras pictóricas y participando en numerosas actividades. Además, enarbolaron discursos y pancartas que provocaron la reflexión  sobre política, cultura, burocracia improductiva y práctica artística en nuestro contexto inmediato.
Con su adhesión partidaria, orgánica o circunstancial,  los intelectuales, artistas visuales y gestores culturales han querido hacer valer ante la clase política dominicana su firme creencia de que el potencial y las riquezas culturales de nuestro país pueden y deben ser aprovechados en la búsqueda de nuestro desarrollo integral. Y es que a sus valores intrínsecos, suficientes para fomentarla y apoyarla, la cultura suma aportaciones trascendentales para el desarrollo espiritual, educativo, político, económico y democrático de nuestra sociedad.
El próximo jueves 16 de agosto, Danilo Medina iniciará su mandato. Desde el sector cultural se espera “un cambio de paradigmas” que también debería iniciar con la designación de un nuevo ministro de  Cultura. Atendiendo a los rumores, es muy posible que el próximo ministro de cultura sea escogido entre el Arq. Eduardo Selman, el escritor Pedro Vergés, el Dr. Juan José Mesa, el artista José Antonio Rodríguez y la Dra. Ligia Amada Melo.
No importa quién sea de ellos el escogido, el punto es que una estrategia cultural nacional para el periodo 2012-2016 tendría que operar sobre las bases de una necesaria actualización en el aspecto gerencial, así como sobre la rigurosa redefinición de las políticas oficiales en la materia. República Dominicana cuenta hoy con una sociedad cada vez más participativa, con una vital capacidad de expresión que nos hace a todos más conscientes de nuestros derechos y obligaciones al respecto.
Fortalecer las instituciones, poner al día la infraestructura cultural nacional y auspiciar una participación efectiva de los distintos sectores sociales, resultan cuestiones y condiciones esenciales para que pueda prosperar una nueva voluntad política de fomento y difusión de la cultura desde el Estado dominicano, proyectando sus manifestaciones  como punto de partida de una política de desarrollo social integral. La importancia de la cultura se acrecienta con la dinámica de las estructuras laborales, la ampliación del tiempo libre y el proceso de mutación social. La cultura, adicionalmente, es también un elemento de gozo y disfrute del tiempo libre.
Los nuevos conceptos en sectores como el de las industrias culturales (cinematográfica, televisiva, radiofónica, fonográfica, editorial, de diseño, de artesanías, entre otras); las redefiniciones correspondientes a la diversidad cultural y al valor del patrimonio inmaterial o “intangible”; las nuevas prácticas enriquecidas con conocimientos interdisciplinarios como el turismo cultural, se reactivan tanto en el vocabulario y la actividad cotidiana como en los espacios propios de la economía y del mercado, alcanzando una extraordinaria permeabilidad social.
Aunque podamos medir nuestro “desarrollo económico”, pasearnos deslumbrados por el “Nueva York Chiquito” y celebrar las delicias folclóricas de la posmodernidad, en Santo Domingo persisten las carencias dramáticas en el ámbito cultural. Entonces, se impone la promoción de la lectura y la necesidad de estimular la apreciación artística en los niños y jóvenes. La iniciación infantil en la apreciación de las artes es imprescindible para estimular la sensibilidad, la curiosidad, el conocimiento y desarrollo de la familia en base a una mejor calidad de vida. El Estado deberá rediseñar estrategias culturales que involucren a los protagonistas reales de la sociedad civil y de la iniciativa privada, así como a otras instancias oficiales que se mantienen al margen.
Asimismo, los programas de difusión cultural tienen que ser más efectivos. Esto implica una fuerte proyección de nuestras expresiones artísticas  a través de nuestras representaciones diplomáticas, un mejor uso de los instrumentos de cooperación con países y organismos internacionales y un mayor compromiso de interacción entre instituciones nacionales y extranjeras.
Por su propia naturaleza, una política cultural de Estado requiere de un permanente ejercicio de autocrítica e imaginación, de la ampliación de los cauces de participación institucional y social; de mejores herramientas jurídicas y administrativas para enfrentar los retos de la sociedad a la que se debe y cuyas transformaciones, incluso, en ocasiones, sobrepasan a las respuestas que recibe.
En fin, que la cultura, sus manifestaciones y sus signos, deben ser el espejo de la vida y de la patria; el espacio de los sueños, la memoria y la consciencia, donde la “Eutopía” dominicana de nación libre e independiente pueda encontrar refugio y  sagrada protección. Y todo esto es el hogar de la dominicanidad: estallido cristalino de la policromía identitaria  y esplendorosa de cuerpos, perfiles, ideales, esperanzas, gestuales, ritmos y colores en eterno proceso de rebeldía y colisión…El país cultural espera con ansias… que se haga “lo que nunca se ha hecho”…

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