martes, 10 de julio de 2012

LINCOLN, ¿REFERENTE ESTADOUNIDENSE PARA MARTI?


Tal vez nadie sepa por qué José Martí (1853-1895) nunca dedicó totalmente un escrito al estadounidense Abraham Lincoln, pero es muy probable que el abatido presidente constituyera un referente para el Héroe Nacional cubano. Residente en el país norteño por más de 15 años, casi un tercio de su vida, Martí estuvo conciente -al menos desde finales de los años ochentas del siglo- de los grandes contrastes de aquella sociedad, para algunos un ejemplo a imitar por su desarrollo industrial.

RELACIÓN MARTIANA CON LINCOLN.
 El cubano llegó a Norteamérica en 1880 cuando habían transcurrido tres lustros del asesinato de Lincoln por un actor y fanático de la causa esclavista sureña tras concluir la guerra de Secesión, que sentó las bases del avance ulterior de aquella nación. Cuando el 15 de abril de 1865 John Wilkes Booth disparó contra el dignatario, Martí apenas contaba 12 años y estudiaba en la Escuela de Instrucción Primaria Superior Municipal de Varones en La Habana, dirigida por su mentor y patriota Rafael María de Mendive. Tras conocer la noticia, el adolescente junto con otros compañeros llevó por siete días un brazalete negro en señal de luto por la muerte del hombre que decretó la abolición de la esclavitud en el vecino país. El episodio anecdótico lo dio a conocer el futuro organizador de la guerra necesaria contra el colonialismo español en ocasión de polemizar con dos periódicos norteamericanos que en 1889 cuestionaron las ansias independentistas de los cubanos. "Estos cubanos afeminados tuvieron una vez valor bastante para llevar al brazo una semana, cara a cara de un gobierno despótico, el luto de Lincoln", señaló en el artículo Vindicación de Cuba. La respuesta ante el ataque de The Manufacturer, en Filadelfia, y el neoyorquino The Evening Post comenzó reconociendo los méritos de Estados Unidos para luego censurarles el egoísmo y la avaricia, que en su opinión lo alejaban de ser símbolo de la libertad hemisférica. "Amamos a la patria de Lincoln, tanto como tememos a la patria de Cutting", subrayó tras distinguir entre los dos espíritus de aquel país, uno que respetó y quiso, representado en el mandatario, el primero de cuatro asesinados en la nación norteña. El otro carácter lo despreció y denunció por ser origen de "todas las miserias y de los prejuicios", que representó en el periodista y aventurero A. K. Cutting, que en 1886 estuvo a punto de provocar una guerra entre Washington y México. "No bien puso su pie ancho de leñador en la casa de las leyes, acusó con voces nobles de justicia la guerra que el presidente (James K.) Polk, movía (en 1846) interesadamente contra México", escribió Martí, gratamente impresionado por el gesto del entonces congresista. Tal vez su preocupación mayor por obtener la independencia de Cuba le restó tiempo a dedicar un estudio mayor al décimo sexto dignatario como hizo con personalidades como el presidente Ulysses Simpson Grant, el escritor Ralph Emerson y el inventor Thomas Edison. La admiración fue innegable y no dejó margen a la duda cuando confesó: "Por dos hombres temblé y lloré al saber de su muerte, sin conocerlos, sin conocer un ápice de su vida: por don José de la Luz y por Lincoln". Sin embargo, al comparar entre países siempre elegía por el geográficamente situado al sur del Río Bravo, como pronunció en el discurso Madre América, el 19 de diciembre de 1889 en la velada artística de la Sociedad Literaria Hispanoamericana de Nueva York: "Por grande que esta tierra sea y por ungida que esté para los hombres la América en que nació Lincoln, para nosotros, en el secreto de nuestro pecho, sin que nadie ose tachárnoslo ni nos lo pueda tener a mal, es más grande, porque es la nuestra y porque ha sido más infeliz la América en que nació (el mexicano Benito) Juárez".
 Por Roberto Hernández, La Habana (PL)
 Periodista de la Redacción Nacional de Prensa Latina. em/ro

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